Esperando al Viento

Democracia y capitalismo en torno a un café

(artículo Política 2.0-compliant -progre y tocando tangencialmente el tema del cambio climático-; configurado especialmente para la portada de partidos modernos, innovadores, ciber-demócratas hasta la médula, ciber-abiertos al debate, que dan sentido a todo esto que hacemos -y no saben cómo se lo agradecemos-. Con esas características que los adornan, ¿alguien tiene duda de que este post y este blog tienen su lugar en el paraíso del progresismo y la modernidad?)

Ha dicho usted que vamos a necesitar una planificación social participativa para salvar el medio ambiente. Y yo le pregunto: ¿no está la descentralización del poder de algún modo en conflicto con el intento de salvar el medio ambiente? ¿Es decir, que esto no puede hacerse sin algún tipo de acuerdo central?

Bien, en primer lugar, los acuerdos no exigen una autoridad centralizada, al menos cierto tipo de acuerdos. Yo supongo que la descentralización del poder dará lugar a decisiones que reflejan los intereses de toda la población. La idea es que las políticas emanadas de cualquier tipo de aparato de toma de decisiones tenderán a reflejar los intereses de las personas que han participado en dicha toma de decisiones, al que, sin duda, parece plausible. Así que, si la decisión la toma una autoridad centralizada, tenderá a representar los intereses del grupo particular que está en el poder. Pero si el poder está basado en grandes partes de la población – si la gente puede participar en la práctica en la planificación social- es presumible que lo haga de acuerdo con sus propios intereses, con lo que sus decisiones reflejarán dichos intereses. Pues, bien, el interés de la población general es mantener la vida humana mientras que el interés de las corporaciones es hacer beneficios: se trata de intereses fundamentalmente diferentes.

Sin embargo, en una sociedad industrial cabe decir que la gente necesita puestos de trabajo

Sin duda, pero el tener puestos de trabajo no exige destruir el medio ambiente que hace posible la vida. Es decir, si contamos con una planificación social participativa, y la gente intenta resolver las cosas de acuerdo con sus propios intereses, seguramente deseará equilibrar la oportunidad de trabajar con la calidad del trabajo, con el tipo de energía disponible, con las condiciones de interacción personal, con la necesidad de asegurarse la supervivencia de sus hijos, etcétera. Pero éstas son todas ellas consideraciones que simplemente los ejecutivos de las corporaciones no se plantean, sencillamente no forman parte de sus programas. Así, si el director general de General Electric empezase a tomar decisiones sobre esa base, perdería su empleo en tres segundos, o quizá se produjera una absorción de su empresa o algo por el estilo, porque esas cosas no forman parte de su puesto. Su cometido es incrementar los beneficios y la cuota de mercado, y no asegurar la supervivencia del medio ambiente, o que sus trabajadores lleven una vida decente. Y estas metas están simplemente en conflicto.

Entonces, ¿qué tipo de mecanismo de planificación social cree usted que funcionaría? Obviamente, no es usted demasiado optimista acerca de nuestra forma de gobierno actual

Bien, no está nada mal la «forma» – aunque haya «algunas» cosas mal a este respecto-; lo realmente malo es la falta de «sustancia». Miren, si uno tiene un control privado sobre la economía, no son importantes las formas que uno tenga, porque éstas no servirán de nada. Podemos tener partidos políticos en los que todo el mundo se reúne y participa, y uno hace los programas, hace las cosas lo más participativas posible y, sin embargo, eso sólo tendrá un efecto marginal sobre la política. La razón es que el poder se encuentra en otro lugar.

Supongamos que convenciésemos a todos los votantes del país para que nos votasen para el cargo de presidente, hemos conseguido el 98 por 100 de los votos, el Congreso y el Senado, y entonces empezamos a efectuar reformas sociales muy necesarias que la mayoría de la población desea. Cabe preguntarse ¿qué sucedería? Bien, si no pueden imaginárselo, echemos un vistazo a casos reales. Existen lugares en el mundo con un surtido de partidos políticos mayor que el nuestro, como por ejemplo los países de Latinoamérica, que en ese aspecto son mucho más democrátios que nosotros. Pues bien, cuando los candidatos de la reforma popular en Latinonamérica son elegidos y empiezan a introducir reformas, suceden normalmente dos cosas. La primera es que se produce un golpe militar apoyado por Estados Unidos. Pero supongamos que eso no sucede. Entonces, se produce una fuga de capitales; salen del país flujos de capital inversor, se produce una reducción de las inversiones y la economía se colapsa.

Ése es el problema que afrontó Nicaragua en los años ochenta, y que, en mi opinión, no puede superar, es un problema desesperado. Vamos a ver, los sandinistas han intentado implantar una economía mixta: han intentado aplicar programas sociales en beneficio de la población, pero también tuvieron que apelar a la comunidad de los negocios para impedir que la fuga de capitales destruyese el país. Así, la mayoría de los fondos públicos, si es que quedan, se dedican a sobornar a los ricos, para intentar que sigan invirtiendo en el país. El único problema es que los ricos preferirían no invertir a menos que consigan poder político: preferían ver destruida la sociedad. Entonces, los ricos cogen los sobornos y los envían a bancos suizos y a bancos de Miami, porque, desde su perspectiva, el gobierno sandinista sencillamente tiene unas prioridades erróneas. Lo que quiero decir es que estos tipos odian la democracia igual que el Congreso odia la democracia: desean que el sistema político esté en manos de élites ricas, y cuando vuelve a éstas lo llamarán democracia y reanudarán las inversiones, y finalmente la economía volverá a funcionar de nuevo.

Aquí sucedería lo mismo si alguna vez tuviésemos un candidato de reformas populares que hubiese conseguido un poder formal de cierto nivel: se produciría una desinversión, huelga de capitales, estancamiento de la economía. Y la razón es bastante simple. En nuestra sociedad, el poder real no está en el sistema político sino en la economía privada: allí es donde se toman las decisiones sobre lo que se produce, cuánto se produce, qué se consume, dónde se realiza la inversión, quién tiene puestos de trabajo, quién controla los recursos, etc. Y en tanto en cuanto esto siga siendo así, los cambios dentro del sistema político pueden tener alguna relevancia -no pretendo decir que ninguna-, pero las diferencias van a ser muy escasas.

Si se examina la lógica subyacente, se comprobará que mientras el poder siga concentrado en manos privadas, todo el mundo, todo el mundo, tiene que comprometerse con un objetivo dominante, a saber, asegurarse de que la gente rica esté satisfecha, porque en caso contrario nadie más va a conseguir nada. Así, si uno es un «sin techo» que duerme en las calles de Manhattan, por ejemplo, su interés prioritario será que la gente que vive en las mansiones esté satisfecha, porque si lo está invertirán, la economía funcionará, las cosas irán mejor y quizá le lleguen a uno unas gotitas de esa prosperidad. Pero si no están satisfechos, todo se va a estancar, y no vas a tener siquiera las migajas. Si uno es un «sin techo», lo que deberá interesarle ante todo a uno es la felicidad de los tipos acaudalados de las mansiones y los restaurantes de postín. Básicamente, ésa es la metáfora del conjunto de la sociedad.

Por ejemplo, pongamos que Massachusetts sube los impuestos a las empresas. La mayor parte de la población está a favor de esta medida, pero puede predecirse qué sucederá. Las empresas llevarán a cabo una campaña de relaciones públicas en la que digan -algo que sin duda es verdad, no es una mentira- lo siguiente: «Si se elevan los impuestos a las empresas, se castiga a los ricos, verás que el capital se irá a otra parte, no tendrás empleo, no tendrás nada». Y en realidad éste es básicamente el mensaje que se transmite, por supuesto no con estas palabras, cada vez que se propone alguna medida de reforma: organizan una gran camapaña de propaganda en la que dicen que va a recortar empleos, va a perjudicar a las inversiones, va a producirse una pérdida de confianza en el sector de los negocios, etc. Esto es sólo una forma complicada de decir que, a menos que mantegas feliz al sector de los negocios, la población no tendrá nada.

¿Qué opina sobre la nacionalización de la industria como medio para permitir este tipo de planificación social a gran escala?

Bien, depende cómo se haga. Si la nacionalización de la industria pone la producción en manos de una burocracia estatal o de algún tipo de partido de vanguardia al estilo leninista, en mi opinión se obtendrá sólo otro sistema de explotación. Por otra parte, si la nacionalización de la industria se basase en el control popular real de la industria, el control de las fábricas por los trabajadores, el control comunitario, quizá con una federación de grupos, eso sería diferente. En realidad, eso sería muy diferente. Eso sería extender el sistema democrático al poder económico y, a menos que esto suceda, el poder político seguirá siendo un fenómeno muy limitado.

Seminario «En torno a un café» con Noam Chomsky. 15 y 16 de abril de 1989. Rowe, Massachusetts. Extraído de «Chomsky esencial», de Editorial Crítica.

QUEDA ABIERTA LA PRECAMPAÑA ELECTORAL POR ESTAS TIERRAS: ¿estás seguro de lo que vas a hacer?

6 marzo, 2007 - Posted by | Uncategorized

5 comentarios »

  1. […] leyendo en Esperando al Viento (Artículo Política 2.0-compliant) Jimmy Jazz, 1:51 – Archivado en Miscelánea, […]

    Pingback por PLANET www.Red Progresista.com » Blog Archive » Democracia y capitalismo en torno a un café | 6 marzo, 2007 | Responder

  2. Algo y claro. Lo de los sin techo es fundamental. Perro mundo…

    Comentarios por Daniel | 7 marzo, 2007 | Responder

  3. Te prometo que hasta que no he llegado al final no sabía que era de Noam Chomsky, no me lo imaginaba, he leído relativamente bastante de él. Ya era un fan de él cuando estudiaba psicología, porque el fué el inventor de la gramática generativa (gran descubrimiento del siglo XX), descubrió que los universales genéticos de la lengua y especialmente, se cargó los argumentos de Skinner, que, aunque fué un «genio» en su época llegó a ridiculizar y simplificar hasta el reduccionismo en extremo la creatividad del ser humano basándolo en una maquinaria automática que se trataba de un sinfín de encadenamientos estímulo-respuesto; desterró de USA el imperio skineriano.

    En fín, para que luego digan algunos liberales que Chomsky es un lingüista que no tiene idea de economía.

    Creo que no queda nada más que añadir. Me pregunto si algunos amigos nuestros como Joselito, etc. de Red Progresista leen estas cosas y las entienden.

    Para los comunistas autoritarios, tipo nuestro amigo el socialdemócrata, tampoco le iría mal una lectura de ésto, porque aunque Chomsky parte mucho del marxismo, a menudo, la crítica que hace del lenismo, con su estado fuerte, es de «bocato de cardinale».

    Salud y anarquía

    Comentarios por Jordi (itaca2000) | 15 marzo, 2007 | Responder

  4. Hace un par de semanas me topé muy de refilón con ese tema de los «universales genéticos» leyendo por encima algún capítulo de «La Tabla Rasa» de Pinker (mi novia estudia psicología y tenía que hacer un trabajo con él) donde aparecían referencias al tema. Ya que saco el tema me encantaría tener la capacidad de escribir sobre lo que en ese libro se dice, y más que lo que se dice, lo que se pretende defender y al servicio de quién se pretende poner la ciencia. Lamentablemente me faltan herramientas para plasmar en texto lo que rezuma la obra, el regusto que me deja y lo que, dándole un par de vueltas a sus argumentos, se puede llegar a inferir de determinadas afirmaciones (y no por despiste del autor, sino con toda la inteción del mundo). A lo mejor te apetece escribir al respecto… no es un compromiso, que conste, pero en este caso tú eres el experto y seguro que habría mucho que aprender.

    Respecto a quién lee o deja de leer, o quien entiende o deja de entender, cada día me preocupa menos (porque cada vez soy más pesimista y veo la difícultad de hacer que estos mensajes sean «fértiles». A ver si cuento algún día una charla que precisamente hoy he tenido en el curro tomando un café ante la que a uno se le cae el alma a los pies y descubre lo arraigado de determinados planteamientos altamente nocivos). El que quiera entender, que entienda, y el que quiera negar la realidad con números y porcentajes que lo haga. Porque yo creo que lo que da Chomsky en estas respuestas no es una lección de economía sino de REALIDAD. Ante ésta todos los números y postulados teóricos no valen nada. Ante esta realidad sólo cabe el cambiarla, para lo cual el único camino es asumir que no existen soluciones transitorias ni intermedias y que el capitalismo es incompatible con muchas de las cosas que supuestamente nos proporciona.

    Por cierto, yo no consideraría a Enric un comunista. Es simplemente un socialdemócrata al uso, de los de toda la vida (hasta ellos son pocos hoy en día, devorados por el social-liberalismo al que se han entregrado los partidos de centro-izquierda europeos). Yo no comparto muchos de sus postulados por cuestión de diferencias ideológicas (el tema estatal podría ser quizá el más importante), pero valoro su capacidad de crítica contra su propio partido y, no puedo negarlo, prefiero un socialdemócrata como Enric que un social-liberal disfrazado de activista e incansable luchador de izquierdas, casi miliciano de nuestros días.

    salud!

    Comentarios por Jimmy Jazz | 16 marzo, 2007 | Responder

  5. Tienes mucha razón respecto a lo de Enric, rectifico pués.

    Salud!

    Comentarios por Jordi (itaca2000) | 16 marzo, 2007 | Responder


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