Susurros
En esta última semana, bautizada como «vacaciones» en mi inexistente agenda, varios personajes se empeñaron hacer cola junto a mi oreja para susurrarme sin descanso contundentes aseveraciones que, confundidas con el sonido del mar, perturbaban el estado casi comatoso inducido por el aburrimiento y la pereza.
Una de las voces pertenecía a una señora que decía querer compartir unas palabras que le dirigió N. Chomsky en Fort Collins, Colorado, hace casi 20 años: